jueves, 8 de febrero de 2018

Cocinar es una de mis terapias


Custodio del curry y la albahaca


Escribo porque me libera y porque en la literatura encuentro un espacio donde poder hacer, ser y decir todo lo que no puedo en la vida real. Pero como la literatura es parte de la vida termino haciendo confluir esos dos espacios. Es la bisagra entre los sueños, las aspiraciones, el horizonte infinito y la realidad. La literatura salva, llena los intersticios vacíos, es un espacio de comodidad donde sentirse pleno. Lo más parecido al vientre materno.

viernes, 30 de diciembre de 2016

Marco

Marco el pulso de esta hora fatal
el final está cerca
Marco los pasos de la sombra intrusa
me miro a mí misma y no me veo
Marco una cruz sobre cada párpado tuyo
la noche me enseña el deterioro
Marco el óxido en las bisagras del pensamiento
limpio mis córneas queriendo ver claro
Marco el libro de poesía breve
te imagino maldito y desahogado
Marco el tiempo que no existe
la división arbitraria de la agujita inventada
Marco tu boca en mi espejo empañado
el alba está compareciendo
Marco cada palabra en el ruin almohadón
tapo tu boca para que calles y sientas
Marco el laberinto en tu imaginación
me inclino ante vos execrable y desnuda


8½ (1963), Federico Fellini

Los secretos: una transmisión transgeneracional

 “Lo que es callado en la primera generación,
la segunda lo lleva en el cuerpo”
Françoise Dolto


          La familia es lo permanente, lo que estaba antes de que llegáramos; le pertenecemos mientras vivamos y seguirá existiendo después de nosotros. Todas las familias tienen secretos guardados. Muchas deciden silenciarlos como si al hacerlo desaparecieran. Pero estos  forman una estructura que pujará por salir de diferentes maneras sobre las generaciones siguientes. Todos los secretos están guardados en un mismo cajón, el cajón de los secretos, y si develas uno, corres el riesgo de que pase lo mismo con los demás.
Necesitamos ponerle palabras a lo no dicho, reconstruir el pasado de nuestros ancestros. Reconstruir, en definitiva, nuestra historia personal y colectiva.
          En la novela Mala luna de Rosa Huertas, Clara, uno de los personajes centrales, señala que “los adultos siempre esconden un fantasma en algún cajón. Muchos creen que lo han olvidado, de hecho lo olvidan, hasta que algún día alguien, o ellos mismos, abren ese cajón en un descuido y ya no saben cómo volver a cerrarlo”. Clara, sin querer, había abierto el cajón de los recuerdos que el abuelo quería olvidar.

        La novela aborda la reconstrucción de la memoria histórica de la Guerra Civil española, sus consecuencias en el presente y el tema de la reconciliación, puntualizando en la vida de Miguel Hernández y en la interacción entre dos generaciones:  la de quienes vivieron aquel período doloroso siendo muy jóvenes y la de los adolescentes actuales, sus nietos.
Dos adolescentes (Clara y Víctor), compañeros de escuela, generan una amistad después de descubrir que sus respectivos abuelos conocieron a Miguel Hernández en distintas circunstancias que marcaron su vida. Pero, sobre todo, los une la investigación por conocer y  reconstruir el pasado de sus abuelos y encontrar un cuaderno de versos que supuestamente había escrito el poeta. Sin embargo, descubrirán que el cuaderno contiene la autobiografía del abuelo de Víctor, en la que se relatan los años en los que vivió el poeta (su adolescencia en Orihuela, la estancia en Madrid y su final en la cárcel), y con el que compartió amistad, y también, por otro lado, su rivalidad con el abuelo de Clara.
Así, Clara y Víctor inician la búsqueda de la verdad con el objetivo de reconstruir la memoria colectiva y familiar.


Ahora, más de medio siglo después, los nietos de aquellos dos hombres                                  pisaban las mismas calles y buscaban un sentido al pasado. Estremecía pensar que la historia y la gente había desaparecido como humo que se desvanece o el arado que deja un surco momentáneo. Ellos seguían las huellas de un profundo agujero, cavado a golpe de versos
por un poeta cabrero. (Huertas, 2009. Cap. 15, p. 96).
Un secreto muy bien guardado, una pulsión del pasado removido. Victor sentía que no había alcanzado a conocer a su abuelo y que todos estos años había recibido por parte de su padre un silencio hermético sobre los tiempos de guerra.


Víctor miró a la chica a los ojos. Él creía que en todas las familias la actitud era parecida: no remover el pasado. ¿Para qué hacerlo, si no se puede cambiar?

El tiempo de la guerra y la historia de sus abuelos se abría, para estos jóvenes, como un paréntesis vacío y oscuro.

viernes, 26 de febrero de 2016

Garrapiñada y recipiente en origami


Adoro el aroma de este dulce y me recuerda los paseos en la plaza y la calesita. Una tradición en las fiestas y en las esquinas porteñas. ¡Se comen preferiblemente calentitas!

La receta

Ingredientes:

1 tazas de agua
2 taza/s de azúcar
2 cucharadita/s de esencia de vainilla
2 taza/s de maní

Preparación:

Colocar todos los ingredientes dentro de la olla (preferiblemente una de cobre, si no usar una olla vieja). Poner la olla sobre fuego fuerte revolviendo con una cuchara de madera sin parar en ningún momento.
Cuando la mezcla comienza a espesar quiere decir que se están comenzando a formar las garrapiñadas. Este es el momento para bajar el fuego al mínimo. Cuando toma el clásico color ámbar fuerte quiere decir que ya están listas.
Cuando retires las garrapiñadas del fuego esparcilas sobre una fuente o mesada de marmol para que bajen la temperatura y sean más fácil de separar.

A disfrutar con mate, en helados, solas o con lo que más te guste!




Los cuencos de origami se hacen partiendo de tres papeles de 15x15cm, podes usar hojas de revista o cualquier papel que prefieras. En este caso yo utilice papel tecel.

¡Manos a la obra!